Después de 10 fabulosos y agotadores días en Egipto (próxima entrada), más acción: Marta, ICEX París, integrante del unique “Grupo de las cañas” del grupo C, o lo que es lo mismo “miss parakaló, parakaló!” por fin vino a revivir viejos tiempos con la otra chica del grupo ;-) Con ella, más ICEX París: Martina, “miss Fitness por la montaña” y Javi, “mister absolutely”.
Llegaron con mucha fuerza y teníamos que estar a la altura así que: “¿ir a casa? Sí hombre!”, “¿sueño yo? Ni hablar!” A la fuerza teníamos que estar cansados, pero lo estaba pasando tan bien que no me di cuenta hasta que llegó el lunes y tenía que madrugar, trabajar...
Hemos hecho de todo: turismo por Atenas, salidas nocturnas, comer bien, como viene siendo habitual, bailar, brindar en varios idiomas; también hubo fin de semana en una isla: Poros.
Nos costó nuestro esfuerzo ir a Poros: de casa a la taberna, de la taberna al pub, del pub a casa para coger las mochilas (milagrosamente) y, a los 15 minutos, taxi al Pireo – no, no hubo tiempo para dormir, pero teniendo en cuenta que el barco salía a las 7.30 am... nuestra agenda era muy apretada y no había tiempo que perder... (en la imagen, las escaleras que llevaban al salón del barco...)
En cualquier caso, hay cosas que no se pueden evitar, y así llegamos y nos fuimos de la isla, dormidos como bebés, aunque a ratos costaba los suyo gracias al griterío de niños emocionados que iban a la playa… pero dónde estaban sus padres!
Siguiendo el consejo de los griegos, no reservamos hotel porque en esta época del año todavía no hay problemas de alojamiento… así fue, justo poner los dos pies en tierra firme se nos acerca un señor con una buena oferta (después de Marta’s regateo) y allí nos quedamos. De nuevo, sólo 15 minutos para prepararse y salir en busca del mar, queríamos playita y sol!
Después de 20 indicaciones, cada una hacia un lado diferente de la isla, y una mini playa que no cumplía nuestras expectativas, paramos a un taxi que nos llevó a Neorion, una de las playas más bonitas. Allí pasamos la mañana, tumbadas al sol cual lagartijas. Nos atrevimos a estrenar la playa y a darnos nuestro primer baño del año; el agua, muy fresquita, pero nada mejor para despejarse y reanimarse.
A la vuelta, no taxis, no autobús local (llamémosle más bien autobús fantasma porque nunca se le vio el pelo…) así que caminando al pueblo, que después de estar todo el día tumbadas sin hacer otra cosa que dormir y comer raciones griegas, no suponía un gran reto. (Por el camino, Grecia no nos deja de sorprender... teléfono en medio de la nada?...)
El pueblo era muy bonito, en la línea de todas las islas griegas, calles estrechas, flores colgadas por todos lados, casas azules... El puerto, muy vistoso – coincidimos con la feria anual de yates – mansiones en el mar con alfombra roja incluida.
Al día siguiente el sol no quiso salir y nos obligó a cambiar la playa por el Templo de Poseidón. La idea no sonaba tan mal antes de saber los km. que tendríamos que recorrer y lo que nos íbamos a encontrar. Tras un buen desayuno en el puerto con infinitas tostadas, empieza la aventura. (casa "no azul isla griega" por el camino...)
Dos metas: el Monasterio de Zoodochos Pigi y el Templo de Poseidón. Después de subir y subir por la montaña, llegamos al Monasterio y primer y necesario descanso. (Pope, sacerdote griego, caminando al fondo)
Según íbamos “escalando” las vistas eran cada vez más impresionantes… sí que era alta la montañita!...que se lo digan a mis piernas!...
En marcha otra vez en busca del Templo de Poseidón o más bien del “templo perdido” porque no había forma de encontrarlo! ¿Nos lo habríamos pasado? ¿Estaría mal nuestro mapa? ¿Existiría de verdad o era una leyenda? ¿Serían dos piedras en medio de la carretera que pasaron desapercibidas para nosotros?
En esto último no íbamos muy mal encaminados porque aquello era, mejor dicho, “las piedras de Poseidón”! un único autobús en la puerta y un grupo de turistas dentro de un recinto vallado, nos convenció de que aquello era lo que buscábamos. (¿lo que se ve al fondo? el Templo ;-))
Cuenta atrás para bajar la montaña y llegar al pueblo, a 20 minutos según el vigilante del Templo, pero se le olvidó especificar en qué medio de transporte, porque la hora caminando no nos la quitó nadie.
Llegamos con tiempo de comer tranquilamente un giro pita gigante para recuperar fuerzas y estar entre los primeros puestos para subir al barco y pillar un sitio estratégico – aunque nuestro sofá-cama duró poco… en la isla había más domingueros de los que pensábamos y no había sitio para todos!
Las mini vacaciones llegaban a su fin, pero antes de la despedida, cena en el roof garden de la taberna a la que fui mi primera noche en Atenas… después de 7 meses se vuelve a abrir la terraza, el tiempo ha pasado pero nada ha cambiado, mismos farolillos, mismo todo...
Nunca pensé que en tan pocos días se pudieran hacer tantas cosas, y es que ganas no faltaban. Espero que lo hayáis pasado tan bien como yo, diversión constante, un viaje muy “simpático” ;-) y “parakaló, parakaló” a ver si nos vemos pronto! Geia mas!
jueves, 15 de mayo de 2008
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2 comentarios:
ahh y nos dejas para el final la mejor foto, que así es como os recordamos!
Una maravilla de viajes. Cuando he terminado de leerlos he acabado tan agotada que parece que la que he estado de viaje he sido yo. Pronto nos veremos. Ya tengo mucha ilusión. Un besazo. Delfín
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